Historia del monasterioLos orígenesCuando a finales de siglo VIII el emperador Carlomagno se propuso impedir las incursiones de los musulmanes de la península a las tierras francas instauró la Marca Hispánica, mediante la creación de los nuevos condados de Rosellón, Ampurias, Besalú, Cerdanya, Ausona, Gerona y Barcelona sometidos al imperio Carolingio. Los condados de Urgel, Pallars y Ribagorza que en principio no pertenecían, a la Marca, se fueron integrando en ella.La fundación![]() El segundo temploLas leyes de la repoblación convirtieron a Ripoll en una de las zonas mas seguras de las tierras consolidadas después de la reconquista a los árabes, por lo que pronto el Monasterio adquiere un gran desarrollo y sus dependencias resultan insuficientes para albergar tanta actividad. Miró, hijo de Wifredo decide ampliar el edificio que finalmente y tras el derribo del templo original es acabada por su hermano Sunyer bajo la dirección de abad Ennego y consagrado al culto en el 935 por Jordi, obispo de Vic.El tercer temploEl abat Arnulfo (938-970), obispo de Girona, proyecta e inicia la gran basílica de cinco naves coronadas por cinco ábsides y cerrando el conjunto con una muralla. Después de obtener una bula del Papa Agapito II en el 957, tras su viaje a Roma, en el que consigue que el monasterio pase bajo la protección del papado, Arnulfo inicia la construcción del claustro, la ampliación de las dependencias monacales, una acequia para la conducción de agua y funcionamiento del molino. Arnulfo impulsó también el desarrollo del scriptorium y enriquece los fondos de la biblioteca, convirtiendo la escuela monástica de Ripoll en uno de los centros más importantes de la época. La protección de los condes de Besalú y Cerdanya y la de los hermanos Miró Bofill y Oliba Cabreta, padre éste del abad Oliba, permitieron que la ejecución de las obras y finalmente tras siete años de trabajos y ya fallecido Arnulfo, durante la regencia de su sucesor, el abad Guidiscle (970-979) se consagró el nuevo templo el 15 de noviembre del 977 con asistencia de gran número de prelados y condes que ratificaron los privilegios y concesiones a favor del monasterio.La basílica de OlibaEl obispo Oliba (971-1046), abad de Ripoll y de Cuixā, descendiente de la saga condal de Cerdanya y Besalú y biznieto del conde Wifredo, quien después de haber sido conde de Ripoll del 988 al 1002 y haber renunciado a las prerrogativas de su cargo para vestir los hábitos benedictinos en Ripoll donde en el 1008 fué elegido abad, impulsó el escriptorium con la confección y compra de manuscritos y renovó el área del templo construyendo en la parte delantera un cuerpo de edificio encima del cual se alzaron dos campanarios mientras ampliaba la parte posterior con un grandioso transepto coronado por siete ábsides, resultando un majestuoso edificio pétreo austero y macizo de grandes proporciones, de 60 por 40 metros. Después de doce años de incesantes trabajos, bajo la meticulosa dirección de Oliba, el 15 de enero de año 1032 se celebró la nueva consagración en presencia de abates, obispos, condes, representantes de las más altas jerarquías de la Iglesia y del Estado que intervinieron en favor de Ripoll.En el 1070, Bernat II, conde de Besalú somete el Monasterio de Ripoll a la abadía de San Víctor de Marsella. Un año después el primer abad ripollés, Ramón de Berga (1171-1205), inició su independencia, empezó la construcción del claustro y la portada. El abad Ramon de Vilagerut (1929-1310), hizo construir el pórtico que protege la portada y el rey Pedro el Ceremonioso (1326-1378) mandó construir la muralla que une la basílica a la iglesia de San Pedro. El abad Dalmau de Cartanyā (1410-1439) reconstruye la iglesia que habia sido gravemente afectada por el terremoto del 2 de febrero de 1428 hundiendo la bóveda de la nave central y el campanario norte. En 1463 las tropas de Joan II saquean el templo apoderandose de las obras de Oliba. Tras continuos ataques al Monasterio las tropas francesas lo saquean de nuevo, en 1794, profanando la tumba de Ramon Berenguer IV. La destrucción de 1835Ante tantos saqueos el edificio amenazaba ruina y el abad Francisco Portella (1816-1831) confía la restauración del tempo al arquitecto Josep Morató, quien en 1830 reduce a tres las cinco naves laterales.![]() El 25 de julio de 1835 las consecuencias del movimiento conocido como Quema de los Conventos llegan a Barcelona, repitiendose los hechos que pocos días antes habían sucedido en Madrid, y por los que las llamas devoraron multitud de conventos y casas religiosas. ![]() La última restauraciónTras ceder el Estado las ruinas del Monasterio a la diócesis de Vic el 20 de noviembre de 1885, su obispo Josep Morgades encarga su restauración al arquitecto Elías Rogent y finalmente el 1 de julio de 1893 se consagraba la nueva basílica restaurada. Lamentablemente la guerra civil española de julio de 1936 conllevó nuevos saqueos y profanaciones de las tumbas condales. Una vez finalizada ésta se cerraron las ventanas con piezas de alabastro y se restituyó el mosaico de Santa María. |